Hizo comprar don Andrés
tres libras de carne a Inés;
y como faltaran dos,
exclamó: -¡bueno por Dios!
¿dos libras de sisa en tres?
Ella echó la culpa al gato;
y él, por ver si era comedia,
de una balanza en el plato
puso al gato..., ¡y el ingrato
sólo pesó libra y media!
Al amo avisado, nunca le engaña el criado.
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